Hoy les voy a contar una historia de amor que empezó hace más de veinte años: el matrimonio de Sebas y Fanny. Casados legalmente desde pequeños, este año decidieron celebrar el matrimonio eclesiástico. Sigue leyendo para conocer los detalles acerca de esta boda íntima y en familia…

Nombremos algunas de nuestras favoritas historias de amor: Romeo y Julieta, Paris y Helena, Edward y Bella…Sebas y Fanny. Más y más me voy dando cuenta que cada boda es un reflejo de la pareja; la novia y el novio marcan el tempo de la música, ya sea en el primer baile como casados, cuando cortan el pastel, cuando buscan ligas y tiran ramos, o en los momentitos escapados que nadie más alcanza ver.

Sebas y Fanny se casaron civilmente muy jóvenes—cerca de los veinte años. Mi abuelita, la mama del papa de Sebastián, siempre le insistía que se casaran; seguro Fanny también siempre soñó con una tarde mágica entre amigos y familia. Este último diciembre, después de cenas en vísperas navideñas, Fanny recibió un regalo de sorpresa: Sebas le propuso.

Una Boda En Familia

La ocasión no se trataba de flores bellas—abundancias de lirios y rosas, los favoritos de Fanny—ni de la comida—un banquete delicioso de La Cumbre—ni la decoración–sobria, elegante, foquitos sobre la grama, La Cumbre nuevita y renovada–no se trataba de nada de eso.

Era un momento de amor. Sebas y Fanny se casaron, pero todos fuimos parte de ese momento, las primas y los tíos que los habían visto crecer desde chiquitos, sus hijos presenciando el compromiso de sus padres ante los ojos de Dios.

El papa de Sebas dijo en su brindis, mi mama está celebrando en el cielo. 

Ochenta invitados en una tarde de verano. Una familia unida, que se une más con el sagrado compromiso del matrimonio. Le deseo todas las felicidades a Sebas y a Fanny, a sus hijos bellos, y que los años por venir sean aún mejores que los que ya han pasado. Que esta historia de amor trascienda los Romeos y Julietas (ya lo hizo) y que podamos contarla una y otra vez.