Mi trabajo se asemeja al de un autor desvelado, soñándose el personaje perfecto, escribiendo y re-escribiendo momentos exquisitos: mi trabajo es crear historias. Pero yo sueño con vestidos de encaje. Yo sueño de una pareja girando bajo el centello de luces y sonrisas. Yo sueño de un espacio reconfigurado y rediseñado, un salón convertido en hogar. Yo sueño en una noche que trasciende el tiempo y se convierte en memoria inmortal. Y cuando estos sueños se convierten realidad, se convierten en historias. Hoy les quiero contar la historia de Mariandrea y Pedro.
Las bodas exitosas reflejan la esencia de la pareja. He mencionado en más de una ocasión que una novia feliz significa una boda feliz. Así fue el caso de la boda de Mariandrea y Pedro. Su boda transformó el espacio que ocupaba, cambiando ese salón reconocido a una casa acogedora.
Comenzó en La Catedral del Centro, aquel corazón latiente de nuestra ciudad: que entorno más perfecto para celebrar una boda tradicional. Los invitados se sentían invitados en casa. Pero no podíamos olvidar que se trataba de una pareja joven, y pintamos La Catedral con una alfombra color carmesí, velitas reflejando el retablo dorado del altar.
La respuesta: el secreto esta en los detalles. Para darle aquel sentimiento de casa, de bienvenida a las “visitas”, colocamos mesitas con arreglos individuales y lamparitas.
El bufet se aproximaba a un comedor de casa, ubicado en la entrada. No eran estaciones en cada esquina, sino una cocina donde todos podían reunirse antes de la cena. Incluimos dos muebles de madera, diseñados por la madre de la novia especialmente para el evento, donde colocamos una gran selección de postres. Todo tal y como lo quería la novia, sin importar modas del momento, o tendencias de última hora.
Así escuchaba de cada persona que entraba al salón. Si, fue diferente. Fue una celebración de familia. Una familia reunida para conmemorar la unión de la pareja feliz, invitando a todos sus amigos cercanos para compartir en esos momentos especiales.
Al final del salón (un espacio que no suele llenarse), colocamos una tarima con lounges y una pista de baile. El bar, como nunca antes visto, atendido por siete meseros en mandil negro con las iniciales de los novios.
También creamos espacios cómodos, rodeados de plantas, mesas lo suficiente grande para cada amigo y amiga que no se veía en hace mucho tiempo…suficiente espacio para platicar y recordar, suficiente espacio para brindar en nombre de la pareja.
Felicidades con mucho cariño Mariandrea y Pedro. ¡Que su familia sea siempre feliz!
Local: Centro de Convenciones del Hotel Honduras Maya
Fotografía: David Mendoza y Daniel Mendoza
Flores: Leonte Rueda
Pastel: Vicki Motz