Se acerca el día de San Valentin, y me parece que la mejor manera de celebrarlo es con un guía, paso a paso, de un compromiso de boda ideal.
Mi trabajo me permite coleccionar historias de amor—no, no solo coleccionar, sino también imaginármelas y hacerlas realidad. Esta es la historia de un compromiso de boda; sus protagonistas, un novio y una novia. Y sin querer estropear la sorpresa, si, si tiene un final feliz.
El novio me llamó a pedirme un cuento de hadas. Quería algo bello, y quería sorprender a su novia el día de su cumpleaños. La madre de la novia vive en Alemania, y el novio coordinó su llegada para el cumpleaños y el compromiso.
Algo elegante pero a su vez sencillo, en un balcón con una vista de la ciudad. El novio me llevó a conocer su escenario, un balcón protegido del frío, la vista capitalina abrazando el entorno.
Un chef para preparar la cena, una mesera para servir el champan, un dúo de violines para serenarles.
Cien rosas, blancas y rojas, velas de todo tamaño, un mantel blanco como marfil. La mesa divina esperaba a la pareja.
Los violinistas se posicionaron en una esquina, con una lamparita para leer sus boleros. El fotógrafo se escondió hasta que le diéramos la pauta. La cena era una sorpresa para la novia; ella creyó que era su cumpleaños el que celebraban. Cuando trajeron el postre, el se arrodillo y le hizo la pregunta.
Después, la madre de la novia la sorprendió con su visita, y también con una fiesta preparada para celebrarle su cumpleaños y su compromiso.
¡Colorín, colorado! Este es el cuento que les quería contar.
Fotografías por David Mendoza